domingo, 15 de junio de 2008

Que las trabaje su puta madre


Buenas y buenos, queridos y queridas lectores y lectoras de este y esta blog y bloga (no sea que me riña la y el ministra y ministro). Como viene siendo habitual por estos lares no vengo a contaros nada extremadamente novedoso en primicia mundial. En este caso se trata de las míticas 65 horas que nos quieren meter atravesadas por el culo nuestros maravillosos representantes en el congreso europeo. Aclaremos que 65 horas semanales serían de jornada máxima, no que no nos van a encalomar 25 horas por la patilla de golpe, pero por otro lado la aberración viene en que si nos ponen un contrato delante de 60 horas semanales no están cometiendo ninguna ilegalidad, así que lo tomamos o lo dejamos. Lo dejamos, claro está. El problema vendrá cuando se vayan modificando los convenios colectivos aumentando las jornadas semanales, que pasará, que a estas alturas ya sabemos cómo se las gastan nuestros maravillosos sindicatos mayoritarios. En ese momento estaremos jodidos y la marcha atrás no se producirá, al menos en varias décadas hasta que la gente esté tan hasta los cojones que comience a movilizarse, y viendo como están las cosas, tardará.
Hoy me he enterado en 20 minutos que está empezando a haber cierto movimiento por la red en contra de esta medida decimonónica y desde neoratón se está haciendo una campaña y también desde facebook. Además también se está haciendo una recogida de firmas online.
Así que ya sabéis, van a hacer lo que les salga de los cojones de todas formas de la misma manera que nos encalomaron el euro con su 66% de inflación oculta de un día para otro, pero por lo menos habrá que protestar (mientras nos dejen).

1 comentario:

  1. ¿Como 65? ¡¡¡72 hombre, 72!!!
    Yo si no son 72 horazas nada.


    Cosas del progreso: antes de la revolución industrial una fábrica tenía 20 obreros currando 15 horas.

    Durante la propia revolución la maquinaria permitió tener solo 10 obreros 12 horas.

    Ahora lo que mola es tener a 2 obreros 18 horas al día.

    Vamos que la revolución industrial, en vez de traer bienestar a la humanidad se lo trajo al bolsillo empresarial y el obrero en la puta calle o currando como un capullo.

    ¡¡Que guapo era cuando éramos transhumantes!!

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