miércoles, 13 de diciembre de 2006

El perro malvado de mirada aviesa

No es frecuente que dedique este fotolog a este tipo de temática, pero hoy vamos a hacer una excepción.

Cuando era pequeñito aprendí una de esas máximas muy simples que abarcan miles de cosas: “El que da, recibe” recitaba.

Y vete tu a saber por qué, dicha frase se me quedo grabada y a lo largo de mi vida me acompaño intentando hacer de mi una mejor persona, y por lo que me han contado y por el número amplio de personas que a día de hoy me rodean dándome su aprecio, entiendo que no lo he hecho demasiado mal. (Sorry… aquel día la cague J )

Especialmente en esta última etapa de mi vida me he esforzado en tratar de pulir las múltiples imperfecciones de mi persona, que incluían casi todo el espectro de errores que puede cometer un ser humano… Impulsos agresivos, egoísmo, envidia, ignorancia, irracionalidad, adicciones, odio, falta de autocontrol… En fin, la lista se haría eterna.

Para pulir estos defectos me sustente en el positivismo, la búsqueda permanente de la racionalidad y la lógica frente a mi visceralidad y sobre todo en la “Antiqueja” con amplios márgenes de laxismo, y buenrollismo por encima de todo, a la par que desarrolle una especial habilidad para el sosiego y la paz en situaciones de caos gracias a esas cosas pequeñas que se llaman niños.

Unido a esta filosofía del positivismo iba pareja otra que podríamos tratar de resumir así:

“Para toda acción de un ser humano, hay una razón”

Esta filosofía la verdad es que ha sido uno de mis pasatiempos preferidos a lo largo de mi vida, ya que me ha permitido dar mil vueltas a la condición humana y buscar casi siempre en los extremos, razones para actos generalmente penados por la ley, conductas que los psicólogos catalogan de enfermizas y todo ese tipo de cosas raras, permitiéndome a su vez meterme en el papel del Abogado del Diablo en casi todas las discusiones, cosa que sin duda, es otro de mis pasatiempos preferidos a la par que una de mis mayores imperfecciones, que más de un disgusto ha y me ha proporcionado.

A consecuencia de tanta filia por la humanidad, en esta última etapa me reconcilie con un amigo que me traiciono, di la mano a quienes la usaron para agredirme, obvie insultos, puse mejillas para dar de comer a un regimiento, evite que aflorara mi cólera en multitud de ocasiones, deje expresarse libremente a gente que no lo merecía, deje de fumar y entre tanta buena acción me olvide de otra máxima que aprendí de pequeñito y que siempre use con gran éxito:

“La gente se divide en dos: la que aporta y la que no aporta”

Esta frase permaneció largo tiempo oculta en algún rincón de mi memoria, pero esta semana ha vuelto con la intención de quedarse.

Lo normal es que la gente aporte algo… en cierta manera, el nivel de relevancia de esa aportación será la que determine la importancia de la relación que mantengas, en lo que podríamos denominar un sencillo ejemplo de economía personal, con sus costes y beneficios…

Tú me aportas tanto, yo te doy tanto…

Esto para mí siempre ha sido un cemento social por el cual, el altruismo y las buenas acciones no son más que una especie de seguro de vida.

Hoy invierto un poco en ayudar a cambiar una rueda a este automovilista desconocido, con la esperanza de que si alguna vez me sucede a mi algo similar, alguien actué como yo lo hice en su día. (Parece lógico pero da para horas de enconadas discusiones)

El caso es que es raro que la gente no aporte nada, siempre hay algún compañero de la EGB. con el que pasas varios años y al echar la vista a tras ni recuerdas su nombre ni nada especialmente significativo, pero de alguna manera casi todos con los que te rodean en tu comunidad te aportaran algo, salvo que tu seas el asocial.

Luego esta la gente que aporta un poquitín y luego esta la gente que aporta mucho, a los que damos el nombres de amigos, familia, pareja etc.… (Sabéis que os quiero chavales)

Luego los hay que aportan mucho y bueno, y los hay que aportan mucho y malo.

Hoy tengo que centrarme en estos últimos, es una pena, pero por lo general son los malos estímulos los que me llevan a sentarme a escribir con la esperanza de dejar atrás mis infinitos bucles de redundantes vueltas a la almohada. Espero pronto dedicar las mismas frases a esa gente que tanto me aporta.

Pero hoy me temo que tal vez deba ceder un poco de espacio en mi mundo a la desconfianza en el ser humano, lo cual acepto como una derrota personal.

Hoy creo que esa gente que básicamente solo aporta cosas negativas en tu vida y se mantiene como un complemento circunstancial ineludible, debería tal vez convertirse por obra y esfuerzo de mis actos en insignificantes muebles de bar, que requieran de poco más que el esfuerzo personal de un saludo desganado.

Lo he intentado en otras ocasiones, pero la verdad es que hacerme el sueco, o fingir cuando alguien me molesta con su mera presencia son cosas que se me dan bastante mal…

Mis gestos son absolutamente trasparentes y no gano una partida al Poker ni queriendo y si bien esto viene siendo así desde que tengo uso de razón y azotaba el potito a la mínima, no he de ser yo, el que use la frase “yo es que soy así” por que mi sistema de racionalidad me lo impide y me paso yo los genes por el forro de las razones.

Dicho lo cual proclamo este fin del 2006 como temporada de pruebas.

Así si me topáis por las calles podréis elegir entre dos modalidades.

1) Modo normal.
2) Modo “Te diré siempre lo que crea que quieres que te diga”

Y además en este último modo, procurare aparentar ser sincero por el mismo precio.

Chica… estas preciosa, ¿te has hecho algo en el pelo?
Joder tío, vaya coche más guapo… Por cierto, te veo fenómeno
¿Estas yendo al gimnasio?

En mi cabeza suenan los tétricos arpegios del tomate.
Mis ojos entrecerrados miran raudos de lado a lado.
Aviesa mirada… es hora de convertirse en perro malvado.

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