miércoles, 25 de enero de 2006

Docena

Me encontraba yo reforestando los excusados de mi centro de trabajo (uséase, cagando en el curro) cuando me dio por fijarme en el paquete de papel higiénico marca Makro de 24 rollos que había en el suelo a modo de recambio. He de reconocer que lo primero que se me pasó por la cabeza fue pensar en lo ratas que fueron los responsables de asignar dinero empresarial generado con el sudor de muchas frentes para ofrecernos un manjar para nuestro ano de marca Makro. A continuación pensé que para llenarlo de mierda tampoco hay que ser tan exigentes ya que yo también compro el genérico de turno para mi casa.
Mientras la eliminación de residuos sólidos corporales seguía su curso, yo seguí fijando mi atención en el susodicho paquete de papel higiénico (papel de combate para los más intrépidos aficionados al paintball), ante la falta de otro objeto o grupo de objetos con los que distraerse mientras la naturaleza actúa. Estaba empezado. Concretamente le faltaba la fila de arriba y en las dos restantes había ocho rollos en cada una, con lo cual, tirando de calculadora de Güindous hacen un total de 16 rollos actualmente, que extrapolando un piso más, la suma es de 24 rollos. ¡Dos docenas! Queridos amigos, ¿no os parece una unidad de medida un tanto absurda? Hace muchos años (no sé cuantos, la verdad, pero sé que muchos) las gentes del mundo salvo los países anglosajones se pusieron de acuerdo para utilizar nuestro maravilloso, fabuloso y simple sistema decimal, compuesto de unidades, decenas (diez unidades), centenas (diez decenas), unidades de millar (diez centenas), etcétera, etcétera, cosa que facilitó enormemente los cálculos al tener que evitar multiplicar por 12,87 o cifras igual de ridículas para pasar de una unidad a otras. Y entonces el diez llenó nuestras vidas. Todo giró alrededor de esa maravillosa cifra... ¿Todo? ¡No! Los huevos se siguieron contando en .... ¡docenas! ¿¿¿¡¡¡Comorrr!!!??? ¿Qué cojones es una docena? Pues doce unidades, y además no hay múltiplos, sino que hay una docena, dos docenas, etc. Pero no sólo los huevos. Como vimos, el papel higiénico también se cuenta por docenas, una caja de leche lleva media docena de bricks, los sextetos cerveciles en realidad son seis cervezas o dicho de otra manera, la siniestra media docena. ¿Qué llevó a la humanidad a contar las cosas en docenas habiendo maravillosas decenas? Y suponiendo que la existencia de la docena fuera anterior a la decena, ¿por qué se escogió el 12 y no otro número? Podrían ser
perfectamente trecenas, dieciseisenas, o veintitresenas, pero no, querido lector, fue el 12. ¿Algún extraño cálculo cabalístico nos lleva a este mágico número? No lo sé. Investiguemos. El intrépido viajero soriano Florindo Tiendacampáñez encontró a lo largo de su inacabado viaje por la estepa malaya doce escorpiones de doce patas que le mordieron doce veces cada uno en doce de sus dedos ¿casualidad? Tal vez. ¿Conjuro cósmico? No me atrevo a negarlo ¿Confabulación judeo-masónica? Es posible. Pero me decanto más por la mierda de siempre: la tradición católico-fascista, queridos amigos. Sí ¿Cuántos eran los apóstoleeeeeeeees? Dooooooceeeeeeeeee. Pues ahí lo tenemos, nada que hacer, como siempre la doctrina católica impone. Estoy seguro que se empezó a contar por docenas por culpa de los apóstoles de las pelotas. ¿Y qué pasa con el sistema decimal? Pues que nos lo pasamos por el forro al más puro estilo anglosajón.
Otro claro ejemplo de pasarse el sistema decimal por el forro es en la medida del tiempo. Vale, los 365 días son impepinables, ahí no discuto. Pero ¿Las 24 horas? ¿No os parece un poco
extraño? Sobre todo teniendo en cuenta que se divide en dos docenas, porque tradicionalmente son las 12 de la mañana y las 12 de la noche, no las 12 y las 24. ¿Por qué no dividir el día en 10 horas y éstas subdividirlas hasta el infinito en decihoras, centihoras y milihoras? ¿Os dáis
cuenta de que también hay 12 meses y no 10? Se podía haber diseñado un calendario con decadías, es decir, agrupar los días en grupos de 10, con lo cual tendríamos 36,5 decadías. Es una putada tener meses de 30, 31 y 28 días. Creo que es una estupidez, además de poco práctico, pero estoy seguro que fueron los de siempre los que lo diseñaron así, porque los sueldos en según qué convenios son de 30 días, da igual en enero que en abril, con lo cual nos chulean 5 días al año (6 en uno bisiesto). 5 pedazo de días que trabajamos por la cara. Y todavía se quejan si llegamos 5 minutos tarde a trabajar o nos vamos a la hora, en vez de 5 minutos después. Está claro que si la diferencia fuera a nuestro favor y nos pagaran 5 días por la cara (es decir con meses de 29 y 30 días) fijo que contaban los meses de 29 y constaban como 30 días todos...
Bueno, que nos desviamos del tema. Otra aberración adecimal es la semana. Eso sí que no cuadra con nada. Un mes son 4 semanas y pico y un año no bisiesto son 52 semanas y un día. Creo que algo tiene que ver con los ciclos lunares y la traslación de la Luna, pero sólo se
usa pa eso. ¡Coño! Podían haber diseñado el mes de 4 semanas exactas y nos quedarían 13 meses y un día. Creo que algo mejor que el calendario actual. Bueno, en realidad el calendario actual es una mierda y sería muy fácil hacerlo un poco mejor.

El caso es que por algún tipo de entidad, configuración espacio-temporal-cósmica rodea al número doce. Y si es así y no de otra manera, ¿por qué coño se hizo un sistema decimal y no dodecimal basado en el número doce? Aunque también podía ser binario y sudarnos todo la polla. En fin, tendremos que seguir sufriendo las docenas de huevos, los paquetes de papel de combate de 24 rollos, los sextetos cerveciles, los días de dos docenas de horas y los años de doce meses, por no hablar de los putos meses de 30 y 31 días (sin contar el de 28, que ya es el súmum de la chapuza).